Las mujeres más fuertes son las que tienen más heridas en el corazón
¿Quiénes son las mujeres más fuertes? Y no, no hablamos de la fuerza física, sino de la más auténtica y difícil de conseguir: la fuerza emocional.
Las mujeres más fuertes ni siquiera son las que tienen una personalidad audaz o agresiva. Al contrario. Las mujeres fuertes son las que tienen más heridas en su corazón.
Fuertes porque nunca han perdido el deseo y la capacidad de amar a pesar de las decepciones y las cicatrices. Nunca han dejado de esperar, de creer, de buscar.
Mujeres que se levantan después de cada caída, a menudo solas. Sin nadie a su lado, enjugando sus lágrimas, curando sus heridas con la más poderosa de las medicinas: su propia dignidad.
Estas mujeres son poderosas. Nunca les oirás quejarse o llorar por nimiedades. No les oirás maldecir su destino ni llamarse predestinados. Ni mucho menos. Los verás avanzar con la cabeza alta y la espalda recta.
Las mujeres más fuertes son sensibles y desinteresadas. La ingratitud y el egoísmo de los demás no han cerrado sus corazones ni sus manos. Siguen apoyando y consolando.
Para animar, para correr allí donde se necesite su ayuda. Las mujeres más fuertes han aprendido algo único, casi especial.
Siempre consiguen transmitir alegría, esperanza, positividad. Incluso en los momentos más críticos y en las situaciones más complicadas, no ceden al pesimismo ni a la resignación.
Las mujeres más fuertes son las que han pasado por tormentas y han caminado por caminos secos, pero a pesar de ello han aprendido a cultivar la belleza en todas las circunstancias.
Saben que sólo llevando esta característica pueden encontrar un refugio o un oasis en el que recuperar el aliento.
Las mujeres más fuertes han aprendido que no se puede dar nada por sentado y, por eso, son capaces de vivir la vida cotidiana con el debido desapego.
Se cuidan y no renuncian al cuidado personal, pero no viven para las apariencias o la última moda.
Las mujeres más fuertes son las que tienen más heridas en el corazón, pero a veces aparecen como mujeres de hierro, aunque conocen el miedo y la fragilidad de sus emociones. Guardan esta sensibilidad como un delicado ataúd. Es lo que los hace únicos y quizás raros.